El Modelito con Cintura XS

No pude evitar tocarme encima del pantalón, mi bulto estaba a reventar. Mi verga se había estado frotando mucho contra la tela suave de mi calzón. Me abrí el pantalón y vi que tenía ya una mancha muy evidente en el bóxer que había traspasado la tela color azul claro. Sentí la puerta del baño abrirse, volteé y era él, aquel modelo que despertó en mí una erección momentos antes frente a mi equipo de trabajo.

Entró a mi cubículo. De inmediato comenzó a apretar mi bulto con firmeza usando sus manos, mientras yo sin dudarlo, le abría la camisa. No tardó nada en meter su mano en mi bóxer húmedo y agarrarme la verga, a la vez que con su otra mano bajaba con desesperación mi pantalón y mi calzón, liberándome de la presión intensa que él mismo había provocado.

Besé su cuello y subí a su boca, tenía unos labios carnosos y húmedos que me mordían levemente. Mi pene lubricaba tanto como nuestras bocas. Mis manos apretaban sus nalgas provocando sus jadeos de animal en celo. Apresurado, bajé su pantalón y me prendí más al descubrir que llevaba puesto un jockstrap rojo, que dejaba su culo totalmente expuesto. Mis dedos se deslizaron por en medio y sin prevenirle, le azoté una nalgada que resonó por todo el baño.

Sabía que involucrarme en este evento iba a ser muy tentador para mí. Contratar modelos para la presentación de un producto de cliente, era muy buen pretexto para calentarme la vista. Ahora me constaba que no elegí mal pues, este hombre me había interesado desde que lo vi llegar. Su cuerpo es hermoso, su cara inocente, pero aquí los dos encerrados a punto de coger, me mostraba todo lo contrario.

Continué mi recorrido hacia abajo hasta encontrar su ano. Introduje un dedo y se sentía tan apretado. Él dejó escapar un gemido mientras me besaba y continuaba aferrado a mi verga. Abrí rápidamente mi bolso para sacar mi lub Powerbum. Lo sujeté de su pequeña cintura y lo giré bruscamente dejando su culo frente a mí. Era hermoso, muy redondo, tonificado y perfectamente liso. Solo con ver esa imagen mi erección palpitaba, y me entró un hambre voraz de comérmelo. No me pude resistir, me hinqué y hundí mi cara dentro de esas dos nalgas suculentas. Mi lengua daba círculos sobre su culo, la metía y la sacaba, lengüetazo tras lengüetazo, hasta dejarlo escurriendo de baba. Le puse un poco de mi lub, para que no le doliera la primera estocada. Tomé con mi mano derecha mi miembro, estaba tan grueso y duro que no dudé y comencé a frotar la cabeza contra su ano. Poco a poco fui presionando. Estaba apretado, pero yo tan caliente, que no pude contenerme más y siguiendo mi instinto, le metí toda mi verga de una sola embestida hasta el fondo, haciendo que gimiera como una perra.

Durante todo el evento me había imaginado este momento. Cuando comencé a insinuarme a él mientras hacía su trabajo, sabía que me veía. Su mirada profunda me aseguraba que estaba interesado en mí, y cuando me acerqué para cruzar palabra con él, supe que no podía pasar de hoy sin marcar territorio.

En el brindis vi el momento perfecto para proponerle vernos en los baños. Me acerqué y discretamente le dije al oído que lo esperaba en el sanitario. Su silencio fue un sí para mí. Momentos después, ahí estaba perforando a tope su culo con mi virilidad a punto de reventar.

Menos mal que nadie entró a ese baño, o eso pensé yo, porque el sonido de mi pelvis impactándose contra sus nalgas tersas, me hacía querer domarlo más, darle más duro. Así lo hice, y no disminuí el ritmo. Me tenía perdido con sus gemidos. Era caliente, tragón y muy pero muy putito, como me gustan. Pronto sentí que mis piernas temblaban. Mis músculos se tensaron y tragándome mis propios gemidos, me descargué dentro de su culo. Lo sujeté de los hombros para embestirlo con toda mi fuerza y asegurar marcarlo bien profundo con mi leche.

Perdido aún el éxtasis, saqué mi verga, seguía dura, con la cabeza muy brillosa. Él tenía su culo muy dilatado, le palpitaba y vi cómo empezó a escurrirle mi semen. No bastándole con la descarga que le acababa de dar, se volteó veloz, se agachó y antes de que pudiera yo subirme el bóxer, se metió mi verga en la boca para chupar las gotas de leche que escurrían de mi prepucio. —¿Tienes hambre todavía? —pregunté. Le sujeté la cabeza por las orejas y empecé a follarle la boca. Me puso duro de nuevo en cuestión de segundos. Me tenía jadeando como poseído. Luchaba por respirar. —¡Suave, suave! —me decía entre sonidos de atragantamiento. Pero no me importó y seguí dándole verga a ritmo intenso, hasta que no aguanté más y me vine directo en su garganta. Él se aseguró de succionar hasta la última gota de leche. —Buen putito —le dije. Le saqué mi verga de la boca y la sacudí en su cara antes de guardármela en el calzón. Me subí el pantalón y salí hacia los lavamanos. Me alcanzó y mientras se limpiaba la cara frente al espejo, me pidió mi número. Sonreí y le dije: —No me lo tomes a mal, me encantó, pero prefiero mantenerlo así, discreto. —Tengo pareja y no quiero pedos —pensé dentro de mí.

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